2ª PARTE

2-1 Como gerentes de los apartamentos, había una pareja, a los cuáles yo llamaba Pepé y Memé, eran mis abuelos franceses muy queridos. Eran muy cariñosos y atentos conmigo. Yo siempre tenia alguna idea, o asuntillo entre manos, (cosa que les hacia gracia) y aunque podía agotar la paciencia del más santo, también es verdad que conmigo no se aburrían, creo que les servia de distracción. Si no les hacia la visita diaria, enseguida me llamaban o venían a buscarme, para que pasara un rato con ellos, y les contara como había pasado el día. Tenían un perro, y nos odiábamos cordialmente (el perro y yo). Os parecerá increíble, pero es rigurosamente cierto. El perro odiaba la canción de "Juanita Banana", y cuando la oía se ponía a ladrar y a aullar como un poseso. A mí me gustaba el jaleo, y cuando me iba al colegio, picaba a la puerta y le cantaba "Juanitaaaaaaaaaaa Bananaaaaaaaaaaaa", el perro se volvía loco, ladrando y tirándose a la puerta, Con lo cual, salía Pepé o Memé, y me caía la bronca correspondiente. Yo ni caso. Pero el perro era un cabronazo, y me la tenía guardada. La verdad es que nunca me mordió, pero se vengaba a su manera que era la siguiente: Por la tarde a ultima hora, siempre pasaba por su casa, para ver la tele, (en aquellos tiempos era un lujo), incluso tenia mi propia butaca para sentarme (Pepe según él, la había comprado expresamente para mí) y yo tontina le creía Pues bien, Cuando estaba sentada y entretenida viendo la tele, el muy cerdo (el perro) se ponía de culo a mí, y me tiraba un pedo. Si, si, me tiraba un pedo, Y después de tirarlo, se ponía una aullar como si le hubiese pegado. Increíble pero cierto Pepe, y Memé a esa hora estaban cenando en la cocina y venían corriendo a ver que pasaba, y a reñirme porque le había pegado al perro. Os puedo asegurar, que no lo podía ver, pero jamás le pegué, solo le cantaba la cancioncita para hacerle de rabiar. Si no le cantaba por las mañanas no me tiraba el pedo, si lo hacia, por la tarde me lo tiraba. Cuando les decía lo que hacia el chucho, no me creían, hasta que lo vieron con sus propios ojos. El perro muy perro, solo le faltaba hablar.

2-2 Para mi desgracia supe lo que era el racismo, puro y duro, sobre todo de manos de algunos profesores. Debido a lo mal que lo pasé, mi ilusión era estudiar en un colegio español. Había uno bilingüe, en el Barrio de La Pompe pero pertenecía a una congregación católica. Era muy exclusivo, no en cuanto a dinero, pero sí en cuanto requisitos para poder entrar. Había que ser de comunión diaria como mínimo, y con un catolicismo a prueba de bomba. A través de una amiga de mama (vasca) que tenía una hermana monja destinada en ese colegio, me inscribieron. Cual fue nuestra sorpresa, que para entrar en dicho colegio, había que pasar un examen, pero no de matemáticas, o de conocimientos básicos, tenia que ser de religión, y eso era dificilísimo para mí. Yo me fui para Francia con 8 años, comulgué a los 6 sabiendo el catecismo a voleo y de memoria, gracias a los sacrificios de mi madre, que intentaba metermelo a la fuerza en la cabeza. Cuento esto porque, no podía hacer la comunión sin saber el catecismo. Pero como quería hacer la comunión a toda costa, me fui sola (con 6 años) a hablar con D. Elías, el cura de La Pedrera para que me dejara hacer la comunión. A parte de ser una atrevida y majadera niña, no sabía casi ni leer, ni escribir y él se negó en redondo. Del catecismo no tenia ni idea, pero pesada era un rato y yo erre que erre. Cuando se me metía algo en la cabeza no paraba hasta aburrir a toda la corte celestial e intentar conseguir lo que fuera. Como siempre fui una gran habladora, no recuerdo que le dije o que historieta le conté a D. Elías, pero empezó a reírse a carcajada limpia y me dijo: "Anda dile a tu madre que venga a hablar conmigo ", y así fue como hice la primera comunión, con El catecismo aprendido de memoria y metido en mi cabeza, con calzador. También tengo que decir, que, siempre le tuve un gran cariño a D. Elías, y creo que era reciproco. Cuando venia de vacaciones, desde Francia, mi primera visita era para él. Le encantaba hacerme preguntas y que le contase mis "aventuras parisinas". Pasaron muchos años, pero D. Elías forma parte de mi infancia, y desde luego siempre lo recuerdo con mucho cariño. Retomando lo anterior, como había que saberse El Catecismo de cabo a rabo a mi se me había olvidado lo aprendido en España (los colegios en Francia, eran laicos), otra vez mi madre, con ayuda de su amiga la vasca, intentaron que lo aprendiera todo de golpe Y eso la verdad era muy difícil. El tema se me cruzó, pues tenía que aprender muchas cosas en muy poco tiempo. Me presento al examen, me toca un cura, remilgado y odioso. Lo primero que me pregunta es: "¿De que parte de España eres niña? Acto seguido empieza a acosarme a preguntas, de cómo vivía en Asturias, si mis padres eran revolucionarios (a él que carajo le importaba) y que hacían si iban a misa (pos no). No me dejaba ni pensar. Los asturianos tenían fama de rojos, debido sobre todos a las famosas huelgas mineras (encima mi padre había sido Minero). Al cura de las narices, no le caí simpática, y me estuvo haciendo pasar las de Caín. Después del interrogatorio personal, vinieron las preguntas religiosas, y claro ya no había nada que hacer, entre el nerviosismo y que no me acordaba de na, de na, la tensión era monumental. Así que él preguntaba una cosa y yo respondía otra. No se el tiempo que duraron las preguntas pero a mi se me hizo eterno. Me hizo sentirme francamente muy mal. Al final con voz de sapo me pregunta: ¿Pero Ud. fue alguna vez a MISA?, ¿Ud. ha estudiado el catecismo alguna vez? Viéndolo de lejos, el llamado religioso era un c. .......... de tomo y lomo, de caritativo y religioso, tenia bien poco, ensañandose de esa manera con una niña. En fin que le den por el saco. Claro está, no pude entrar en dicho colegio. La verdad, por muchas ganas de ir a un colegio bilingüe a ese en concreto no hubiese ido, aunque me hubieran admitido. Mi ración de malos tratos psicológicos e incluso físicos en una escuela ya habían sido más que suficientes. Debido a estos problemas, me fui a estudiar contabilidad al Politécnico de Clichy.

2-3 Ahora es una anécdota, pero en su día supuso un gran susto para mis padres. Gracias, a la colaboración y el cariño de las personas de nuestro entorno no pasó a mayores. Seguíamos viviendo en Los Apartamentos Ornano, y para ir al Politécnico, yo tenía que coger un autobús, sobre las 7h30 de la mañana, todos los días. Empecé a encontrarme y ver, por la mañana y por la tarde, en la estación de autobuses,A un señor de Chilaba (en aquella época, los árabes recién llegados solían vestir así) Él me seguía hasta casa, y se quedaba a la entrada del apartamento, Y así día tras día. Como estaba muy avisada por mis padres, que no hablara con nadie que no conociese bien, y sobre todo que tuviera mucho cuidado, les pregunté a Pepé ya Memé, si conocían a un hombre con chilaba, el cual estaba mucho a la entrada de los apartamentos, y veía muchas veces en la estación de autobús. Me contestaron que era el hermano de "Reloj" y aparentemente no le dieron importancia. A partir de ahí casi siempre encontraba a Pepé o a Memé bien a la puerta o bien junto la estación de autobuses, y me hacían compañía hasta que llegaba el autobús o bien coincidían conmigo al regreso del cole y me acompañaban hasta casa. Siempre tenían una excusa, que si pasear al perro, o echar el boleto de los caballos, hacer la compra, etc Me vigilaban para que no me pasara nada. Pero el problema fue un mas ya que dicho individuo, empezó a preguntar, en cuanto me vendería mi padre (debió confundirme con un camello). Recuerdo ese día, especialmente, pues Pepé me dijo: nada más que tu padre llegue a casa que venga a hablar conmigo, es muy urgente. A mí me pareció extrañísimo, pues con mi madre era con la que relacionaban más. Fue mi padre, y al poco rato, llama a mi madre para que se acerque a la a la portería, con la orden de que yo cerrara la puerta con llave y que no abriera a nadie. Vuelve mi madre, nerviosisima, pero mi padre no. Por más que preguntaba, no me decía nada. Mucho más tarde llega mi padre, y le dice a mamá que todo arreglado, y yo sin enterarme de nada. Al día siguiente, mi padre no va a trabajar, y como excusa me acompaña al autobús, cosa rarísima. Que casualidad, el de la chilaba no aparece. Estuvo turnándose con Memé y Pepe, para acompañarme durante varios días. Y yo súper mosqueada, hasta que por fin me lo cuentan. Según papá, después que Pepé, él y Memé hablaran, fue al apartamento de "reloj", para hablar con ellos. Creo que más bien para darles una buena paliza, pero no los encontró. Entonces se dirigió al apto del que llamábamos "el gendarme", y le explicó todo lo que había pasado, supongo que amenazándole con ir a la policía, o algo mas fuerte, (Cuando papá se cabreaba era temible). Dicho señor, le dijo que no se preocupara, que lo arreglaba él, que no temiera por mí, que, nadie que viviera allí o que él conociese me haría daño. El tipo de la chilaba, hermano de "reloj", al parecer estaba mal de la cabeza, y se obsesionó conmigo. “Reloj” y su hermano desaparecieron de allí, sin decir ni mu de la noche a la mañana, supongo que se irían a vivir a otro sitio, pues nunca mas les vimos Este episodio, valió para que mi padre, me dijese muchas veces, que si seguía incordiando, que no me vendía, que me cambiaba, por un cerdo, o una cabra, pues era más provechoso.

 

 

FIN DE LA SEGUNDA PARTE

 

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Mis Escritos
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